Cuando te vuelva a ver, al fin, será primavera
aunque quizás estemos en abril,
en junio, o en octubre; no tengo ni idea.
No te prometo que no me eche a llorar cada día a las ocho de la tarde,
aplaudiendo en un balcón junto a millones de personas,
al ritmo de un solo corazón.
Seguramente no sepa cómo disimular esta ansiedad
de no saber cuando será el día en el que te vuelva a ver,
y podamos decir que todo ha terminado, pero de verdad;
aunque te diga en cada llamada que no pasa nada.
Que, a fin de cuentas, vivir significa aprender.
Prométeme que te cuidarás hasta entonces,
que serás tan fuerte como solías ser
que te quedarás en casa,
y te prometo que yo también lo haré.
Ya nos reiremos después de este año de mierda,
antes jurémonos que estaremos bien.
Cuando te vuelva a ver, al fin,
se irá el invierno.
No te prometo que no me eche a llorar cuando te abrace,
y sienta que tus brazos son mi mejor refugio;
y tu perfume me haga unas cuantas cosquillas en la nariz,
y otras cuantas en el alma.
Seguramente no sepa como borrar la sonrisa de mi boca
cuando volvamos a cogernos de la mano, sin miedo,
paseando por las calles abarrotadas de gente que ha comprendido
lo valioso que es querer, y lo poco que importan otras cosas.
Que amí ya me importan bien poco.
Haberme quedado sin trabajo y no tener dinero para pagar el alquiler,
o no saber qué será de mi vida en quince días o un mes.
Que ya solo necesito saber que estás bien.
Que no quiero yo ni imaginar,
que no quiero yo ni siquiera saber
cómo sería la vida si no te volviese a ver.
A todas aquellas personas que echan de menos pero no se rinden...
María del Mar Agüera
Photo by Gene Oryx |
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