En la cruz de mi existencia, me siento sustentada por dos manos.
En una, está ella, cálida compañera, música silenciosa que suena a sinfonía en mi alma.
La otra es orilla de mar, un romance con la vida que pone su punto de sal.
Una es compañía de mis noches, de mis confidencias, ella pone el mis labios la dulzura de su deseo, a veces muy etérea, otras, tan carnal que es fuego que abrasa, nudo en mi garganta que se deshace en gemidos cuando me pongo irreverente.
La otra es remanso donde mi cuerpo flota, olas que toman mi cuerpo al asalto, brisa en mi pelo, aire infernal entre mis piernas, lágrimas de gozo en la arena.
Una me lleva al cielo, con su mirada azul, tan sincera, tan penetrante tan certera.
La otra me llevas a esos mundos subterráneos, de nereidas y de estrellas de mar...
quizás otro cielo diferente para mi cuerpo, mientras mi alma se sustenta en esas manos de amor perpetuo.
©Alexandra
Photo by Ingo Michael Kremmel (@schamanphotodesign) |
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