Alla morte
Morire sì,
non essere aggrediti dalla morte.
Morire persuasi
che un siffatto viaggio sia il migliore.
E in quell’ultimo istante essere allegri
come quando si contano i minuti
dell’orologio della stazione
e ognuno vale un secolo.
Poi che la morte è la sposa fedele
che subentra all’amante traditrice,
non vogliamo riceverla da intrusa,
né fuggire con lei.
Troppe volte partimmo
senza commiato!
Sul punto di varcare
in un attimo il tempo,
quando pur la memoria
di noi s’involerà,
lasciaci, o Morte, dire al mondo addio,
concedici ancora un indugio.
L’immane passo non sia
precipitoso.
Al pensier della morte repentina
il sangue mi si gela.
Morte, non mi ghermire,
ma da lontano annunciati
e da amica mi prendi
come l’estrema della mia abitudini.
Vincenzo Cardarelli
(Italia Letteraria, 1931 – Giorni in piena, 1934)
To death
Dying, yes,
not to be assaulted by death!
Dying, persuaded
that such a journey is the best.
And in that ultimate instant to be cheerful
like when one counts the minutes
of the wall clock at the station
and each of them is worth a century.
For death is the faithful spouse
that takes over the deceitful mistress,
we do not want to receive her as an intruder,
nor run away with her.
Too many a time we departed
without a goodbye!
On the verge of stepping, in a moment,
into the time
when even our memory
will desert us,
let us, oh Death, bid farewell to the world,
allow us to linger a moment.
The incommensurable step ought not be
precipitous.
The sheer thought of a sudden death
freezes my very blood.
Oh Death, do not clutch me away
rather announce yourself from afar
and, as a friend, take me
like the ultimate of my habitudes.
Vincenzo Cardarelli
(From My Vast Repertoire... Guido Altarelli's Legacy)
A la muerte
Morir sí,
no ser agredidos por la muerte.
Morir persuadidos
de que un viaje semejante es el mejor.
Y en el instante último estar alegres
como cuando se cuentan los minutos
del reloj de la estación
y cada uno vale un siglo.
Pues la muerte es esposa fiel
que sucede a la traidora amante:
no anhelamos recibirla como intrusa,
ni huir con ella.
¡Demasiadas veces partimos
sin permiso!
En el punto de rebasar
en un instante el tiempo,
cuando aun la memoria
desaparecerá de nosotros,
déjanos, oh Muerte, decir adiós al mundo,
todavía concédenos una demora.
Que el inmensurable paso
no sea precipitado.
Al pensar una muerte repentina
la sangre se me hiela.
Muerte, no me aferres,
y de lejos anuncíate
y amigablemente tómame
como el más extremo de mis hábitos.
Vincenzo Cardarelli
(Versión de Marco Antonio Campos / Poetas italianos del siglo XX)
A la muerte
Morir sí,
no ser agredidos por la muerte.
Morir persuadidos
de que semejante viaje será el mejor.
Y en el último instante estar alegres
como cuando contamos los minutos
en el reloj de la estación
y cada uno es como un siglo.
Puesto que la muerte es la esposa fiel
que sustituye a la amante traidora
no deseamos recibirla por intrusa,
ni huir con ella.
¡Demasiadas veces partimos
sin despedida!
A punto de cruzar
en un instante el tiempo,
cuando la memoria
nuestra se despierta,
déjanos, oh muerte, decir adiós al mundo,
concédenos todavía una demora.
Que el decisivo paso no sea
precipitado.
Al pensar en la muerte repentina
la sangre se me hiela.
Muerte, no me atraparás,
más anunciate de lejos
y tómame por amigo
como la última de mis costumbres.
Vincenzo Cardarelli
Versión de Hernán A. Isnardi
https://lamaquinadeltiempo.com/online/cardarelli01
A la Muerte
Morir, sí,
no ser avasallados por la muerte.
Persuadidos morir
que un semejante viaje sea el mejor.
Y en ese último instante estar alegres
como cuando se cuentan los minutos
en el reloj de la estación
y cada uno vale un siglo.
Porque la muerte es esa esposa fiel
que suplanta a la amante traidora,
no la queremos recibir
como a una intrusa, ni escapar con ella.
¡Tantas veces partimos
sin una despedida!
Cuando llegue la hora de cruzar
en un instante el tiempo,
cuando se esfumará
aun la memoria de nosotros mismos,
oh Muerte, déjanos decir adiós
al mundo,
concédenos quedarnos todavía
un poco más.
Que el desmedido paso
no sea precipitado.
Se me hiela la sangre
cuando pienso en la muerte repentina.
Muerte, no me arrebates,
anúnciate de lejos
y tómame amistosa
como uno de mis hábitos, el último.
Vincenzo Cardarelli
Versión de Pablo Anadon
Ölüme
Evet ölüme,
ama hayır ölümün saldırısına uğramaya!
En iyi yolculuk olduğuna inanarak
ölmek
böyle bir yolculuğun.
Ve son anda
her biri bir yüzyılmış gibi gelen
bir istasyon saatinin dakikalarını
sayar gibi
neşeli olmak.
Mademki ölüm
aldatan sevgilinin yerine geçen
bir gelindir kocasına bağlı
almak istemeyiz içeri onu
çağırılmamış bir konuk gibi
ne de kaçmaz birlikte.
İzinsiz
çok kez çıktık yola.
Zamanın tek bir anda
eşiğini aşmak üzereyken,
anısı bile bizlerin
uçup gidecekken,
bırak bizi ey Ölüm, elveda diyelim dünyaya,
bırak, gecikelim biraz daha!
Olmasın birdenbire
büyük adım.
Buz kesiyor kanun
düşününce apansız ölümü.
Ölüm, yakalama birdenbire beni,
haber et uzaktan,
alışkanlıklarımın en sonuncusuymuş gibi
dostça alırsın beni.
Vincenzo Cardarelli
Çeviri: Bedrettin Cömert
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Photo by Gabriel Guerrero Caroca |